“Las tortas hacen feliz a la gente, es un hecho”, afirma la
dublinesa de 25 años Eva Lawes. “La casa puede quedar cubierta de harina, pero
cocinar me hace sentir bien, comer la torta hace felices a quienes quiero y
como resultado, eso me hace sentir genial. Es lo opuesto a un círculo vicioso”.
Hace algunos años, Eva no se sentía muy positiva. Tras la
muerte de su padre, cuando ella solo tenía 19 años, empezó a sufrir de
ansiedad, lo que terminó provocándole ataques de pánico. Después, una vez que
terminó la universidad, su estrés se agravó a causa de sus fallidos intentos de
encontrar un trabajo como diseñadora de vestuario.
“El estrés se duplicó. Me sentía perdida e intentaba
encontrarle un propósito a mi vida. Después de graduarme, trabajaba en comercio
y lo odiaba. Quería un trabajo en diseño, pero como no lograba encontrarlo, hasta que en
un momento dejé de intentarlo”.
Para ocupar su tiempo libre Eva se volcó a la pastelería, algo
que disfrutaba cuando era pequeña. “Me dio algo en lo que enfocarme. Fue un
proceso muy rápido”.
Eva está tan convencida del poder reparador de la pastelería
que espera convertirla en una profesión. “Ha sido tan bueno para mí que me di
cuenta de cuánto amo cocinar, y que me gustaría que sea mi trabajo”.
La pastelería se ha puesto de moda en los últimos años. Pero
sabías que además es terapéutica? Que el solo hecho de concentrarte en hacer
bien una torta es bueno para tu salud mental?
Eso es lo que afirma un reportaje del Wall Street Journal de fines
del año pasado. Tan es así que los psiquiatras de Estados Unidos están utilizando
cursos de pastelería en clínicas y centros de tratamiento de la depresión y
motivando a sus pacientes para que canalicen sus energías en la creación de tortas,
y así concentren su mente en propósitos positivos.
En Connecticut (Estados Unidos), la chef Patricia D’Alessio dijo al mencionado
diario que la pastelería “los hace enfocarse en en emociones diferentes de las
que les causan estrés o de su vida cotidiana”. La escritora Marian Keyes
encontró tal alivio en cocinar cosas dulces que está convencida de que fue la
pastelería lo que le permitió superar un periodo de profunda depresión en su
vida, e incluso escribió un libro al que tituló “Salvada por la torta”.
Ella describe cómo intentó todos los tratamientos
recomendados para dejar de sufrir, pero nada funcionaba e incluso había dejado
de escribir. Un día, decidió hacer una torta por el cumpleaños de una amiga y
ya no pudo parar de cocinar. Aunque no es algo que la haya curado, Marian
afirma que fue lo que la salvo en sus peores momentos, cuando llegó a tener
ideas suicidas. “La pastelería hace que me concentre solo en lo que tengo
frente a mi nariz”, explica. “Me tengo que concentrar en pesar el azúcar, en
tamizar la harina. Es algo que me trae calma y además creo que es mágico:
empiezas con estas cosas disparatadas como huevos y manteca todo se convierte
en algo totalmente diferente”.
Será este elemento de auto-ayuda lo que volvió popular a la
pastelería en estos años?
Después de todo, en los tiempos frenéticos que vivimos,
parece que todos tratamos de encontrar alivio en actividades positivas como el
ejercicio, el ‘mindfulness’ o, en este caso, las tortas.
La moda de la cocina parece estar relacionada también con el
deseo de recuperar actividades de tiempos más sencillos y encontrar felicidad
en un pasatiempo sano, que impulsa a la gente común a ‘decorar su camino’ hacia
un éxito muy dulce.
Y aún así, la repostería tiene los aficionados más
inesperados, como el modelo internacional Sam Homan. Aunque resulte increíble,
tatuado y con 23 años, el musculoso Adonis se siente cómodo en la cocina.
“Siempre me interesaba por lo que hacía mi madre en la cocina cuando era
pequeño, cuando estaba en el secundario quise aprender de carpintería pero
todos los cursos estaban repletos. Acabé haciendo Economía del Hogar por seis
años, y supongo que eso encendió una chispa en mi”.
Cuando le preguntan cómo toma la gente su gusto por la
pastelería, siendo que su apariencia no es la que generalmente se espera de
alguien que trabaje con harina y azúcar, su respuesta es simple: “No juzgues a
un libro por su portada”.
“Definitivamente hay personas que se sorprenden mucho de que
pueda hornear tortas y crear pasteles de casamiento o cumpleaños, pero lo
disfruto porque somos solo yo, los ingredientes y la cocina”, afirma Sam.
“Es el único momento en que puedo ser yo mismo, y estar solo
conmigo mismo. Me resulta terapéutico. Y es placentero saber que lo que hago
va a ser disfrutado por otras personas”.
Para otros, como Amy O’Connell (25 años) de Monkstown,
Dublin, la repostería es algo en lo que se involucró a una edad temprana y desde entonces
nunca dejó. Ella asegura que el proceso lento y deliberado que exige elaborar
una torta es algo que realmente la ayuda en momentos de estrés. “No recuerdo
ninguna etapa en que la pastelería no fuera una parte de mi vida –lo aprendí
por ósmosis”, explica.
“Para mí es inmensamente placentero crear algo de la nada.
Amo la sensación de satisfacción de estar produciendo una cosa que dará placer
a otros, y el encanto de una actividad que es como de otro tiempo es parte de
su atractivo”.
“Me gusta bajar la velocidad y dedicar tiempo a una
actividad que aprendí de mi madre y mi abuela. Es un cable a tierra”.
The Irish Independent